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Y tú ¿Te atreves a salir de tu zona de confort?

El éxito es tener paz interior, lo cual es resultado directo de la autosatisfacción que da saber que has realizado el esfuerzo para dar lo mejor que eres capaz», palabras de El legendario John Wooden, ex entrenador del equipo de baloncesto de la universidad de UCLA icono del deporte norteamericano. Permite el atrevimiento de preguntarte, ¿Qué es el éxito para ti? ¿Te esfuerzas todos los días para lograr tu proyecto? ¿Consideras que has alcanzado el éxito? ¿Estas satisfecho (a) contigo mismo? ¿Qué te falta por hacer? ¿Qué estás haciendo hoy que te lleve a lo que quieres lograr mañana?

Porque cuando creemos que lo tenemos “todo”, un techo seguro, un trabajo que alcanza para comer, un carro que nos lleva y nos trae a empujones fines de semana entre las plazas y el cine, y así nos podemos pasar los años con una vida “digna”, pero conforme pasa el tiempo nos damos cuenta que no es ahí donde queremos estar,  que no somos felices, los días terminan siendo iguales, uno tras otro, nada tiene sentido, que cometemos los mismos errores  y no aprendemos las lecciones, que sin querer o queriéndolo nos conformamos con una vida, que no queremos, que no nos gusta de la cual, no nos sentimos orgullosos, es un abismo , cada vez más profundo y que parece que no tener final. En ese lugar no existen cosas nuevas, la comodidad, la rutina son el pan de cada día, el miedo a lo desconocido, no te deja superarte o arriesgarte, no luchas, no te atreves, solo te la pasas viendo la vida de los demás y no vives tu propia vida.

Cuando tocamos fondo y estamos aburridos, es ahí cuando tenemos dos opciones seguimos jodiendonos la vida nosotros mismos, boicoteando nuestros propios caminos o le damos un cambio de 180 grados a nuestro existir. A veces se te tiene que vivir eso para aprender a desaprender, deshacernos de las creencias equivocadas, y de las costumbres obsoletas, empezar una nueva vida, requiere querer tener resultados nuevos, vivir diferente, de una manera distinta a la marcada por la sociedad.

Basta con salir de la zona de confort para enfrentarnos a nuestros propios miedos, y luchar por esos sueños, para que se conviertan en una realidad. Y este el momento de recordarte estas palabras «Sí tus SUEÑOS no te asustan, no son suficientemente grandes¨. ¿Te suena esta frase? La has leído? ¿La has visto en  redes sociales? o ¿La has escuchado de conferencistas de motivación? y ¿Tú tienes sueños? ¿Tienes metas personales o profesionales?

Cuando salí de mi casa a los 19 años brincándome la cerca del patio trasero con un mochila cargada de libros, un álbum de fotos, la ficha de inscripción para mi siguiente semestre en la universidad y 10 pesos en el bolsillo, tuve mucho miedo, no sabía que iba hacer ni como lograría mi sueño, que en aquel entonces era ser maestra. El miedo se apodero de mí en cada paso que daba, alejándome de la casa de mis padres, las lágrimas brotaban sin poder controlar aquel pánico a la vida real, salía del nido por decisión propia,  y yo solo pensaba que quería una vida diferente, sabía que había otras maneras de vivir, que el tormento que vivía todos los días en casa, no sería mi constante, sino un  trago amargo del cual algún día solo quedaría un recuerdo.

Exponer  al mundo a ese ser que tenemos dentro que grita por salir y por vivir, significa agarrar al toro por los cuernos, y luchar para que nuestras  acciones nos conviertan en la persona que realmente queremos ser. ¿Sentirás miedo? ¿Tendrás   temor? La respuesta es SI. No es malo sentir miedo, al contrario, es normal, somos humanos y por instinto de sobrevivencia todos sentimos miedo en algún momento. Pero que el miedo nos paralice eso sí, que te jode la vida.

Esa fue la primera vez que salí de mi zona de confort, enfrentarme a los azotes de la vida real, no fue fácil, pero tampoco imposible. En ese entonces era sola una chica de 19 años con una mochila cargada de ilusiones y enamorada de mi primer amor. Estar fuera de casa implico carecer de muchas cosas, era una estudiante de la universidad en segundo semestre estudiaba la licenciatura en educación.  Y me fui a vivir con unas amigas de mi clase, no tenía ni ropa para vestir, ni dinero para el camión, mucho menos para libros o para un labial. Pero comida y techo no me falto gracias a mis ángeles, a mis amigas que en aquel entonces eran mis aliadas y mi nueva familia, en la cual encontraba apoyo y amistad. Pero no todo era carencia tenia lo más importante, a ellas, que me demostraban todos los días, el significa de la palabra AMISTAD, un novio que me amaba y lo demostraba todos los días además me apoyaba económicamente  pagando la inscripción del siguiente semestre en la universidad.

Nuestros días viviendo juntas eran perfectos, llenos de risas, lágrimas, diversión, complicidad, horas de mucho estudio, nos divertíamos tanto, reíamos a carcajadas sin esperar el destino, sino construyendo nuestro futuro con las decisiones y planes para el mañana. Éramos unas locas enamoradas de la vida que soñábamos con viajes, formar una familia y bailar siempre a ritmo de carcajadas. La verdad es que no teníamos en que “caernos muertas” como se suele decir, pero teníamos lo mejor, estábamos juntas  en esa aventura  las tres. Por mi parte en lo único que pensaba era en terminar la carrera, casarme, tener hijos y ser maestra de alguna escuela secundaria.

De lo anterior solo algunas cosas ocurrieron. Y así como pasa en las telenovelas, la protagonista no se imagina lo que le espera. Las malas noticias vuelan y te envuelven en un túnel que parece no tener salida, un día recibimos la noticia de que teníamos que desocupar la casa en la que vivíamos, que nos prestaba la tía de una de mis amigas, nos la pedía y nos daba poco tiempo para salirnos. Ahí fue el primer trago amargo, tuvimos que salirnos y porende separarnos. No podíamos pagar una renta, éramos estudiantes, apenas nos alcanzaba para la comida. Decidimos que cada una seguiría su camino. Me mude con mi mejor amiga y nuestros respectivos novios a una colonia desconocida lejos de la escuela y del centro de la ciudad donde nos prestaban una casa, teníamos que tomar dos camiones para llegar a la Universidad.

Recuerdo que mi plan jamás fue vivir con mi novio, pero cuando nos vimos mi amiga y yo, en la calle, no tuvimos otra opción que aceptar la propuesta de ellos, entre besos y llanto nos convencieron que era nuestra única opción. Que no nos querían dejar solas, aja, si como no. Y así empezamos a vivir juntos los cuatro, ellos mejores amigos y nosotras la misma historia.

Al principio fue divertido, emocionante. Teníamos que levantarnos a las 4:30 de la mañana para alcanzar a comer algo, tomar los libros y salir corriendo esperar el camión en la esquina a las 5:20, cuarenta minutos apretujadas en el microbús, nos servían para despertar, llegábamos al centro, y tomábamos el siguiente camión a la Normal Estatal (escuela para maestros), si el tráfico estaba a nuestro favor llegábamos cinco para las 7 de la mañana, las clases nos esperaban puntuales así como los maestros.

Nos la pasábamos corriendo de una clase a otra, teníamos muy buenas calificaciones, éramos responsables, aplicadas y muy buenas en la clase de teatro. La lectura a mí no se me daba, pero la clase de psicología era mi favorita, siempre me gusto ese tema, participábamos en pastorelas, obras de teatro, fuimos una gran mancuerda pues mis amigas escribían el guion, y yo me dedicaba a amar el protagónico.

Después de un tiempo cada uno siguió un camino diferente, rumbos distintos. La burocracia nos separó y entonces nos dejamos de ver y nuestras aventuras quedaron en buenos recuerdos. Entonces era una chica que abrazaba el pasado, pero soñaba con el futuro, enamorada, con miedos, que vivía, lo que después de muchos años sería una de las mejores decisiones en mi vida, ser independiente incluía solventar mis gastos, responsabilizarme de mi vida y aprender de los errores. No me mal entiendan, no estoy diciendo que sea la mejor forma de hacer las cosas, ni que dejar la casa de mis padres fue fácil, sino por el contrario, pero si fue una gran lección de vida.

La zona de confort es un estado mental que no nos permite el crecimiento personal, aprender, experimentar y desarrollar el verdadero potencial que  todos tenemos, que TU tienes, los pensamientos se convierten en negativos y se puede llegar hasta la depresión. Seguro te has sentido así en algún momento, pero eso puede cambiar si das un paso al frente, con valentía. Si te da miedo como ese miedo que sentí al abandonar la casa de mis padres y empezar una nueva vida, si te produce ansiedad abandonar el pasado para luchar por aquello que tanto anhelas, que ese sentimiento sea el que te impulse a salir, a volar, a vivir. No esperes más y sal de tu zona de confort.

Mario Alonso Puig subraya, en su libro ‘Reinventarse’ uno de mis favoritos por cierto, que la necesidad de dejar atrás las creencias limitantes impiden la adaptación ante entornos inciertos y cambiantes. Dejarlas atrás implica un cambio que hace de la mente un órgano más capaz. Tanto que cualquiera puede ser escultor de su propio cerebro.

Enfrentarme a mis miedos me hizo ser una persona más fuerte, empecé a reconocer mi capacidad para esculpir mis pensamientos y con eso mi vida. Con una mentalidad positiva todo se puede, cometerás errores pero si aprendes la lección y te levantas con más impulso,  con el tiempo podrás mirar atrás y sentirte orgulloso de ti mismo.

Romper con la rutina te hace ser más creativo, te abre a nuevas posibilidades   y  asumir riesgos es parte de esa nueva vida. Siempre he sabido que la seguridad en uno mismo es lo más importante ante cualquier problema, nos permite salir airosos de situaciones que pueden parecer complicadas, pues no hay aprendizaje sin dificultad. A veces no todos los sueños se logran pero como dice una frase de El Principito “Es una locura odiar a todas las rosas porqué una te pincho. Renunciar a todos los sueños porque uno de ellos no se realizó”

Cada experiencia vivida a los 19 años me ha convertido en la mujer que hoy soy. Una mujer dispuesta a arriesgar, a tener nuevas experiencias, a no sentir miedo a romper la rutina,  a conocer gente nueva , a soñar en grande y hacer lo necesario para convertir eso en mi realidad, a sentir empatía, a ser paciente, a ser la constructora de mi vida y agradecer por cada experiencia vivida.

Entonces regresando a las preguntas del inicio de este texto. Sobre si alcance el éxito. No lo sé, pero algo de lo que estoy segura es que hice mi mejor esfuerzo, logre varias de mis metas pero con ellas vinieron nuevos retos a mi vida, jamás paro de trazarme nuevos proyectos, eso me convierte en una mujer que ama aprender, me gusta iniciar y experimentar cosas nuevas. Y como lo dice Jim Rohn en su libro los Doce Pilares, “La razón principal para fijarse una meta es la transformación que uno sufre para conseguirla” y en ese proceso “No se rodee de gente sin expectativas, así no crecerá.” Porque “Una persona exitosa siempre se mantendrá aprendiendo.”

Finalmente me titule como licenciada en Educación,  fui maestra en secundaria por ocho años, no me case con ese primer amor, ni tuve hijos. Pero logre parte de lo que en aquel entonces eran mis sueños. Atrévete a soñar con pasión y desenfreno, arriésgate hacer algo diferente,  a amar intensamente,  a equivocarte, a ser libre a reír a carcajadas a cambiar tu vida.

¿Te atreves?

23 JUNIO 2020
  • Paloma Dulce es una comunicadora y locutora mexicana que reside en Utah, USA, donde transmite ¨Paloma Contigo¨ un programa de radio lleno de energía positiva de lunes a viernes de 12PM a 3PM (Hora Este) por Radio Activa 101.1 FM
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